Estudiantes de toda España y otros países mantienen viva la antigua costumbre de la tuna, combinando música, humor y compañerismo en escenarios modernos.
Estudiantes de toda España y otros países mantienen viva la antigua costumbre de la tuna, combinando música, humor y compañerismo en escenarios modernos.
La tuna universitaria, nacida en la Edad Media como respuesta ingeniosa de estudiantes sin recursos, sigue vigente en más de doscientos centros académicos de España y América Latina. Esta tradición se ha transformado sin perder su esencia: el canto, la picardía y la camaradería.
Originalmente conocidos como “sopistas”, los primeros tunos recorrían calles y mesones tocando instrumentos a cambio de comida. Con el paso de los siglos, estas agrupaciones se consolidaron con estandartes, trajes negros, normas internas y jerarquías entre novatos y veteranos.
La tuna actual es inclusiva, con presencia de tunas femeninas y mixtas. Aunque su finalidad ya no es mendicante, conserva elementos rituales como el bautizo y el uso de becas bordadas. Su estructura formal incluye cargos como presidente, director musical y tesorero, reflejando una organización consolidada.
Un ejemplo reciente de este legado es la destacada participación de la Tuna San Juan de La Vega, del municipio de La Vega, Cundinamarca, que fue reconocida como la Mejor Tuna en el XXIX Certamen Internacional de Tunas en Murcia, España. También obtuvo los premios a Mejor Pandereta y Mejor Solista, dejando en alto el nombre de Colombia.
Más allá del folclore, la tuna sigue integrando a los estudiantes en la vida universitaria, promoviendo la identidad cultural y generando espacios de convivencia. Su presencia en festivales, medios y actividades benéficas confirma que no solo es historia: también es presente y futuro.
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